miércoles, 31 de agosto de 2011

Último día de trabajo


Hoy es mi último día de trabajo. Todavía tengo muchas cosas por recoger. Parece increíble que haya acumulado tanto trasto, aunque la verdad en los últimos años he pasado más horas aquí que en mi casa, así que no es de extrañar. Las cosas pendientes por hacer después de las vacaciones, organizar el trabajo para facilitar tareas a mis compañeros, despedidas y papeleo son cuestiones que están ayudando a que no me de mucho tiempo a pensar en lo que significa que este sea el último día.
Además he tenido una sorpresa que agradezco enormemente que la organizasen unos días antes. Me han hecho una especie de homenaje, con un reportaje de despedida en el que mucha de la gente con la que he trabajado, representantes de distintas instituciones e incluso políticos, hablan sobre mi trabajo en estos años. No sé si realmente todo lo que dijeron lo piensan de verdad, entiendo que muchos emplean frases típicas que se dicen en estos casos, otros además hablan como si me hubiese muerto, también estoy convencida que algunas personas se han expresado con sinceridad y de todos modos lo agradecí enormemente. Es un gran recuerdo que se suma a una placa que me regaló mi jefe por mi “compañerismo y profesionalidad” y a unas copas de cava con algunos compañeros.
Seguramente mañana tendré la sensación de que es fin de semana, así que hasta que no pasen unos días no seré realmente consciente de que he dejado mi trabajo. Por el momento Teresa será la que más disfrutará de los cambios ya que estoy segura de que el tiempo que nos queda hasta que comencemos una nueva rutina en otra ciudad lo va a vivir como unas mini vacaciones.

jueves, 25 de agosto de 2011

Contigo, al fin del mundo


En un viaje en coche este verano, al llegar al destino, mientras papá y yo hablábamos de otras cosas Teresa preguntó: “Mamá, ¿has taio pintauñas?”. En momentos como ese, cuando llevas horas conduciendo y tu cerebro no es capaz de procesar nada que no sea mandar un mensaje a la mano para que abra la puerta del coche y otra a las piernas para que salgan del habitáculo a toda pastilla, piensas “pero ¿qué clase de hija estamos criando?”. 
Como prueba de agradecimiento al universo porque estamos en nuestro destino sin habernos aniquilado unos a otros en el trayecto por tanto estrés le respondo: “Si, hija, lo he traído”. Continuamos buscando donde definitivamente hay que dejar el coche y recuperar las extremidades inferiores de nuestro cuerpo cuando Teresa vuelve a preguntar. “¿El lojo, mamá?”. “Sí, el rojo, Teresa”. Pero aún hay más. Entre las indicaciones a la izquierda o la derecha que me va dando papá, Teresa insiste y reclama mi atención una vez más: “Mamá, qué pijama he taído”. Hay cosas que me cuesta entender, sin embargo ya he asumido que en algunos temas Teresa y yo somos muy distintas.

Me da ternura pensar que cuando sus padres la montan en un coche y la tienen durante horas viajando a un destino totalmente desconocido para ella, en el que no sabe qué se va a encontrar ni cómo estará, su máxima preocupación sean sus uñas y el atuendo nocturno que lucirá. Es como decir, con vosotros iría al fin del mundo, eso sí, con mis uñas pintadas de rojo y mi pijama con bolsillos.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Una nueva etapa


Hace tiempo que quiero hablar sobre una decisión que he tomado y que cambiará mi vida y la de mi familia, sin embargo he ido retrasando este asunto como si de esta forma fuese alejando también el momento en que finalmente el cambio se va a producir.
Después de mucho meditarlo he tomado la decisión de dejar mi trabajo. Lo hago para que finalmente vivamos los siete días a la semana los tres juntos; Teresa, papá y yo, cosa que hasta ahora no ha sido así. Durante un tiempo pensamos que quizá habría algún modo de poder ir acercando y conciliando nuestras distintas profesiones, sin necesidad de que ninguno de los dos renunciase a su trabajo, pero hay cuestiones que es mejor que no las solucione el tiempo, sino que requieren de nuestra actuación. Aunque me gusta mi trabajo no lo dejo con pesar, es más, no tengo ninguna duda de que estoy haciendo lo mejor. Además el tiempo que transcurra hasta que encuentre otro trabajo pienso disfrutar al máximo del día a día con Teresa, que este año todavía no se incorporará al colegio, por lo tanto también he decidido tomarme con calma y sin estrés esa tarea de búsqueda.
El próximo miércoles termina una etapa y comienza una nueva aventura para nosotras, con traslado de ciudad incluido. A pesar de que los cambios siempre me provocan incertidumbre, afronto este con mucha ilusión y seguridad, aunque para qué negarlo también con cierta nostalgia. Pero ¿acaso la vida no consiste en eso, en tomar decisiones, mirar con nostalgia el pasado y el futuro con optimismo?

lunes, 22 de agosto de 2011

Regresamos



 Hemos vuelto de vacaciones. Este año han estado aprovechadas al máximo y es que casi no hemos parado en casa, regresamos el sábado. Hemos visto muchas cosas pero sobre todo hemos querido disfrutar al máximo de Teresa que cada día participa más de todas las actividades y se ha convertido en una más organizando y planificando los días.
Teresa ha disfrutado sobre todo de la playa y la piscina, se ha pasado por completo la etapa en la que le daba grima entrar en contacto con la arena y ha pasado a convertirse en una croqueta andante. Se defiende perfectamente en el agua con sus manguitos y se desplaza con rapidez por donde quiere, incluso sumerge la cabeza con frecuencia y dice que bucea. En la piscina se lanza sin miedo al agua adoptando distintas posturas y en la playa no teme las olas, las busca y le gusta alejarse de donde estamos nosotros y que la persigamos nadando. Le gusta cada día demostrar su independencia y se ha hecho a todos los destinos rápidamente, casi al instante ya se sentía en su hogar y le gustaba mostrarnos donde estaba cada cosa.
Los desplazamientos se merecerían una mención aparte. En uno de ellos, el primero y que además ha sido el más largo que hemos hecho y que casi nos llevó siete horas, incluyendo las correspondientes paradas, Teresa no paró de preguntar cuándo llegábamos casi desde que nos acomodamos en el coche. La vuelta fue más calmada, supongo que ya se imaginaba la distancia. A pesar de eso el balance del viaje en coche fue bueno, siempre y cuando no te desquicie escuchar sin parar de hablar a la peque durante tanto rato de cualquier cosa y responder ciento cincuenta mil veces a un sin fin de porqués. De vez en cuando cogía el mapa y me decía “sigue recto, todo recto” y otras veces resoplaba sin más. En este viaje redescubrió a los bebés e incluso ha podido ver de cerca a niños lactando. Cuando le digo que ella también tomaba teta de mamá dice que no, pero me agarra el pecho. Ahora dice que quiere un bebé de verdad, no como su muñeco Jesús, que nos ha acompañado todas las vacaciones, tanto que se ha convertido en un miembro más de la familia, casi ha aprendido a nadar y algunas noches ha dormido también en nuestra cama.
Teresa ha conocido también en estos días algunos animales salvajes y nosotros estábamos encantados hablándole de cada especie y viendo la cara que ponía al comprobar la diferencia que existe cuando no están en papel o en la televisión.
Hemos desconectado totalmente de la rutina, pero no sólo eso, yo he desconectado por completo de la actualidad y casi diría que un poco más y desconecto del mundo. Tanto es así que cuando el sábado por la tarde puse la tele y vi todo lo que se ha montado con la visita del Papa casi me da un pasmo. Teresa preguntó que quién era y cuando le dije que era el Papa sin más explicaciones, me preguntó que por qué no hablaba, le parecía un muñeco o algo así, con ese atuendo.... Creía que me moría de la risa, pero la cosa no terminó ahí, cuando lo vio montar en coche me preguntó que por qué le acompañaban tantos hombres alrededor. Le dije que para vigilarlo, para que no le pasara nada, y ella respondió que a nosotros no nos vigila nadie cuando vamos en el coche. Ya veis, hay que tener respuestas para todo porque Teresa está en una etapa que se cuestiona absolutamente todo.