viernes, 20 de mayo de 2011

Imaginación y muchas risas


Me gustaría saber en qué momento dejamos atrás el mundo infantil con ese pensamiento mágico que lo rodea y llegamos a esta faceta adulta en la que todo nos sorprende cuando vemos actuar a un niño. Y es que muchas veces no doy crédito cuando observo a Teresa y he llegado a pensar que tengo una hija loca. Supongo que es normal que los niños tengan la risa fácil, pero ¿tanto? Teresa se ríe si le digo algo con simulando una voz distinta, si la toco con un solo dedo, si le soplo en el pelo, si hago algo parecido a una mueca, si me pongo un trapo en la cabeza o me lo quito, si me siento en el suelo o si me levanto, si doy una vuelta o salto, si canto, si estornudo… con cualquier cosa. Esto te proporciona tal subida de moral que he llegado a pensar que soy la persona más graciosa del mundo. Lástima que luego te das cuenta que estas cosas tan simples sólo le hacen gracia a ella, y es que los mayores no entendemos que la risa está en cualquier gesto.

Pero Teresa no sólo me sorprende con su risa porque desde que va adquiriendo un mayor dominio del lenguaje, bueno más bien diría que se está haciendo una experta, sus ocurrencias me dejan alucinada. Ya no es sólo el hecho de que no se pueda callar ni un segundo, si no está hablando está cantando, sino que se me hace difícil seguirle el ritmo a esa imaginación desbordante.

El otro día, mientras estaba en la bañera empezó a morder la esponja. Le pedía que no lo hiciera y me dijo “es un bocadillo”. Yo siguiéndole el rollo: “Ah, ¿y de qué es?”. “Es un bocadillo de ketchup, ¿ves que es rosa y tiene un pico de pan?”. Sin respuesta por mi parte.

Otras veces le da por decir que se llama Natalia, esto lo hace mucho, pero el otro día fue más allá y me dijo que yo me llamaba Carmen. Bien, “¿y cuántos años tienes?”, le pregunté. “Siete” me dice, mostrando sus cinco deditos, “y tengo dos hijos”. Yo me animo y quiero saber más “¿Y cómo son?”. “Son grandes, tienen cinco, y están en el parque pero luego vienen conmigo”. Ya no me atrevo a seguir preguntando a ver si voy a ser yo la inductora de que pierda la cabeza del todo.

viernes, 13 de mayo de 2011

I Premio Mamás blogueras y felices


Suavinex y el Club de las Madres Felices han convocado el I Premio Mamás Blogueras y Felices y este blog está entre los que entran en concurso. La cosa está complicada porque entre los seleccionados están algunos de los blogs que sigo y que más me gustan. Espero que al menos alguno de ellos pueda hacerse con el premio, un viaje a Disneyland Paris para cuatro personas.

Los requisitos para entrar en concurso eran escribir un blog contando las aventuras y desventuras como madre/padre o compartir en él situaciones relacionadas con la crianza de los hijos desde hace, al menos, seis meses.

Para votar hay que dejar un comentario aquí, nombrando el blog elegido. Sólo se puede dejar un voto por persona y blog. Además hay que estar registrado en el blog del Club de las Madres Felices mediante Facebook o mediante Google Friend Connect, esto es importante porque según tengo entendido muchos de los votos emitidos hasta el momento no servirán para nada, vamos que no se contabilizarán.

Sé que es muy complicado porque son muchos los blogs y muy buenos, pero si podéis, votad, el plazo termina el 26 de mayo.

martes, 10 de mayo de 2011

Lógica aplastante

Teresa está creciendo y ya casi no se puede hacer una lista de sus avances porque de un día para otro la cosa cambia mucho. Es como si uno se acostumbrase a que su hijo ha dejado de ser un bebé y das por usuales ciertas cosas hasta que de repente ocurre algo o dice una frase que te hace pararte y preguntarte “¿cómo hemos llegado hasta aquí?”. Algo así me sucedió el otro día.

A la hora de la comida le estaba intentando poner un babero para que no se manchase la camiseta y ella se negaba, esto del babero es casi misión imposible últimamente. Yo le dije “Teresa, si comes sin babero te vas a manchar” y me dejó sin argumentos cuando me contestó “¿Y tú no, mamá?”.

Es la lógica aplastante de una niña de dos años a la que le gusta decir que es mayor, intenta hacer todo de forma autónoma, imita a los mayores y no entiende cómo si es mayor, tiene que hacer cosas como los niños pequeños como por ejemplo ponerse el babero. Eso si, para dormir, no hay nada como estar con mamá, como una niña pequeña.

viernes, 6 de mayo de 2011

Estaré siempre a tu lado

Por fin encuentro un ratito para escribir sobre algo que tenía muchas ganas de contar. Desde que me ocurrió lo llevo en lo más profundo de mi corazón, grabado con letras de oro que refulgen destellos de purpurina y suena a música celestial interpretada por los mismísimos ángeles. “EXAGERADA”, pensareis. Pues ya veréis que no.

Os pongo en escena; Teresa y yo en la cama, ella ya un poco amodorrada pero con ganas de juego. Cada noche le pasa lo mismo y tiene el mejor momento mimos de todo el día. Hay que aprovechar. Entre besos, abrazos y algún que otro salto en la cama y yo pidiéndole que se acueste, se echa sobre mí y me dice “estaré siempre a tu lado”. En ese momento no estoy segura de si vivo o he muerto. Todavía no me ha dado tiempo a reaccionar cuando Teresa continúa: “somos felices”.

Cualquier persona normal, llegados a este punto, estaría flotando de felicidad ante esta auténtica declaración de amor de un hijo. Yo también, por supuesto, pero mi cabeza iba a más. Yo, que soy así de esa manera, un tanto excéntrica y algo suspicaz, no hago otra cosa que preguntarme ¿DE DÓNDE DEMONIOS SE HA SACADO UNA FRASE ASÍ? Si parece que se hubiese tragado el libro de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.

Cuando hablé con el papá me dijo que esa frase no había salido de él. Pensé en sus primos, pero ellos son más de demostrarse amor a pellizcos o a torta limpia si hay juguetes de por medio. Los abuelos no habían sido y me lo confirmó el hecho de que mientras se lo contaba a mi madre dije “Estaré siempre contigo” y ella, que estaba cerca me corrigió y volvió a decir “mamá, estaré siempre a tu lado”. Ni que decir tiene que desde la primera vez ya se lo he hecho repetir cientos de veces…

La solución llegó ayer, aunque yo ya me lo venía imaginando pero casi me parecía imposible. La frase la ha sacado del cuento “Mamá, ¿de qué color son los besos?” Es el libro que le leí el fin de semana pasado antes de dormir. En una de las páginas, en la que habla de los besos de color morado, la mamá de Pablo dice exactamente esa frase. Y ya tengo claro que viene de ahí porque ayer, cuando se lo hice repetir otra vez, me preguntó: ¿y por qué llora Pablo?