jueves, 30 de septiembre de 2010

Miedo a los cambios

Tengo el blog completamente abandonado, no tengo tiempo para leer los blogs que sigo y soy consciente de que me estoy perdiendo muchas cosas pero ya intentaré ponerme al día.

Hoy quiero comentar que mi hermano ya ha salido del hospital. Ahora comienza una nueva etapa que no será fácil, pero que afrontamos con mucho ánimo. Por otra parte, como se suele decir, el destino es caprichoso y cuando parece que todo empiezas a tenerlo bajo control, ocurre algo para que tu pequeño mundo se ponga del revés.

Me han hecho una propuesta profesional muy interesante, de esas que casi sería vergonzoso no aprovechar. El problema es que esto supondría un cambio de residencia con todo lo que esto conlleva. Lo que más me preocupa es Teresa, cómo se podría adaptar a los cambios teniendo en cuenta que ella ahora mismo está rodeada de familia todo el día y en ese caso sólo estaríamos las dos. Sin duda tendría más tiempo para pasar con ella pero de todos modos no sería sencillo llevar una vida al estilo madre soltera en ciudad desconocida y sin ayuda cercana. En poco tiempo debería buscar un piso, una cuidadora y actividades diurnas para Teresa y sobre todo centrarme en un nuevo trabajo con nuevos compañeros y adaptarme a todo esto sin perder la cabeza.

No es nada seguro porque tengo que pasar una entrevista, aunque reconozco que hay una persona que me respalda.

A pesar de que el trabajo es apasionante, supone ventajas económicas y profesionales y para mí sería un gran salto además de que podría permitir a medio plazo que papá pidiese traslado a la misma ciudad, el miedo a los cambios hace que haya llegado a pensar incluso que ojala no pase la entrevista y no me lo tenga que plantear.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Un día gris


Hoy es un día gris oscuro y parece que el ambiente se ha contagiado de mi tristeza. En cualquier otro momento me habría alegrado ver la lluvia por la ventana y vendría a mi mente esa imagen reconfortante que muchos compartimos y que consiste en imaginarnos sentados leyendo un libro al otro lado del cristal. Sin embargo hoy los únicos pensamientos que me persiguen están relacionados con la distancia, despedidas y rutinas.
Como se puede comprobar no estoy en mi mejor momento anímico.
Anoche ingresó mi hermano en el hospital y me quedé con él. Como a la mayoría de las personas que conozco, no me gustan nada los hospitales y la verdad, no entiendo por qué se llama así un lugar tan inhóspito. Ninguno de los dos hemos pegado ojo.
Por la mañana, con el tiempo justo para darme una ducha y un beso a Teresa, me he ido a trabajar. También el cansancio influye en el estado de ánimo y la forma de afrontar las cosas y quizá por eso hoy todo me viene grande. Durante la noche, en silencio y en la oscuridad, fingiendo de mala manera que dormíamos, cada uno se ha sumergido en sus pensamientos y el mío estaba invadido por Teresa. Sin embargo también pensaba en David y en el maldito trabajo de cada uno que hace que una vez más no esté cerca cuando tanto lo necesito.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Primer "Te quiero"


Como un amor de verano que se ha vivido intensamente entre risas, caricias y juegos inocentes. Así se ha ido pasando el verano y como todo gran amor inocente ayer culminó con un “Te quiero”. Por suerte no se trata de una despedida sino de madurez verbal y es que Teresa ya sabe expresar lo que siente. Ayer como si una despedida del verano y de las vacaciones se tratara, entre mimos y besos en la placita que tantas tardes hemos frecuentado este verano, me dijo “mamá mucho quero” y lo repitió varias veces. Nunca olvidaré estas palabras.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Días rurales


Después de la playa nos fuimos diez días a una casa rural en un valle precioso que, aunque en un principio creímos haría menos calor, sufrimos la ola de aire del desierto y aunque durante la noche bajaban las temperaturas por el día no descendían de los 35º. Por suerte en la casa teníamos piscina pero nuestras rutas por los pueblos cercanos se hacían más que cuesta arriba, sobre todo temiendo en cuenta que debíamos empujar una silla o cargar a Teresa con la manía que ha cogido de “e coca a mamá” (le toca a mamá).

Si la arena fue toda una experiencia para Teresa que recordó durante días e incluso hoy todavía simula que hace montones con ella, los días de campo no fueron menos. Todas las mañanas se despertaba gritando “¿oyes yayo?” (¿oyes el gallo?) y saltaba de la cama nerviosa para llevarle pan a las cabras y tirar piedras en el río. Es increíble lo alejados que estamos del mundo rural a pesar de que nosotros no vivimos en una gran ciudad. No me extraña que muchos niños no sepan de dónde viene la lecha y crean que los huevos crecen en los árboles, jeje.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de estos días ha sido la necesidad de contacto con otros niños que nos mostraba Teresa. Se notaba que echaba de menos a sus primos y nos dejaba alucinados pidiendo ir a jugar con cualquier niño que veía por la calle. Ha sido una actitud nueva y ha habido incluso casos en los que ha llegado a intimidar a sus compañeros de juego de tanto entusiasmo que le ponía.

En las imágenes se puede ver a Teresa con sus amigas las cabras, en el río y con una visita inesperada que esta sí creo que le dio un poco de miedo.

martes, 7 de septiembre de 2010

Descubriendo la playa


Como ya me imaginaba el primer contacto de Teresa con la playa no fue nada idílico. Sin ningún recuerdo del año pasado y teniendo en cuenta que por muchas explicaciones y detalles que le adelantásemos no se podía imaginar ni por asomo cómo sería, su primera reacción fue de asombro y desconfianza.

Sus ojos abiertos como platos daban muestra del impacto que le causó ver semejante espectáculo de la naturaleza unido al espectáculo humano, para qué negarlo. Ver niños correteando por un lado y por otro le incitaba a querer probar aquello pero al mismo tiempo no quería que la soltase de mis brazos. Esto unido a lo delicada que es para las nuevas texturas hizo que decidiese colocarla encima de una toalla antes de que tocara la arena. Y no me equivoqué porque fue ponerle un puñado en la mano y empezar a quejarse porque la tenía “susa”, así que pisarla ni en sueños.

La segunda prueba a superar fue el agua. Como a Teresa le encanta estar en el agua creí que no habría ningún problema mientras no la pusiese en el suelo y así fue. Risilla nerviosa, toma de confianza, salto de olas, besos, vueltas, chapoteo, sumergimos la cabeza… parece que todo va sobre ruedas y nos salimos. Decido dejarla de pie en la orilla porque con el juego parece que se ha olvidado de la arena. Cada vez que viene una ola y deja los pies bajo un manto de arena húmeda jugamos a buscarlos y parece que vamos superando miedos. (¡Esto funciona!). Lamentablemente con el juego me despisté un poco y llegó una ola que la puso empapada y todo nuestro ritual para amar la playa se fue al traste en un segundo.

La segunda jornada de playa comenzó más o menos de la misma manera pero en esta ocasión los primos hicieron a la perfección su papel de padrinos playeros. Cuando vio a María jugar con su pala y su cubo le pudieron más los celos que la grima por el nuevo elemento y optó por probar. Tanto se entusiasmó que al final del día ya caminaba sola por la arena, no sin algunos remilgos.



lunes, 6 de septiembre de 2010

Hemos vuelto



A pesar de lo dura que pensé que sería la vuelta al trabajo tengo que reconocer que esta primera jornada no ha sido nada complicada y eso se debe, creo yo, a que vengo con las pilas cargadas.

En primer lugar quiero dar las gracias a mama de Julio, Magda, Rebe y Ama de casa y mamá por el premio que me concedieron y del que me he enterado hoy. Me ha hecho muchísima ilusión. Me da un poco de pena no poder ponerme al día por completo de todos los blogs que sigo y que tanto me gustan pero es que sois muy prolíficas y va a ser imposible leer todos los posts.

De las vacaciones traigo miles de anécdotas y muchas dudas que consultar pero de las que quiero ir hablando poco a poco y es que Teresa crece muy deprisa y hay que tener respuestas para casos incluso antes de que se planteen. Merece una entrada aparte el primer guantazo que me soltó un día mientras estábamos tumbadas en la cama y que me dejó tan perpleja que ella misma se asustó.

Pero si para algo han servido estos días ha sido sin duda para desconectar de todo y disfrutar plenamente de mi hija. No nos hemos separado ni un minuto y hemos vivido desconectadas literalmente del mundo, incluso sin cobertura en la mayoría de los momentos. Teresa ha tenido tiempo para descubrir un mundo nuevo, en plena naturaleza y rodeada de animales y nosotros la hemos acompañado en todo como por primera vez.