miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sorpresa... ya ha pasado un año!


Quedan sólo dos días para que termine el año y se me ha pasado volando, casi no me he dado cuenta. 2010 ha sido un año intenso, bueno diría yo, y eso que también ha habido malos momentos. Lo más destacado ha sido el cambio de Teresa que ha pasado de ser un bebé a una niñita. Aprendió a caminar, comenzó sus primeras palabras y ahora corretea y salta por todos lados y no para de hablar y preguntar cosas. De los despertares nocturnos hemos pasado a un sueño reparador y profundo y casi todas las noches completo en su cuna. Incluso pronto dejará atrás la etapa del pañal. Está creciendo y me parece increíble que yo haya podido ser protagonista en esta historia.

Y ahora, haciendo memoria de todo este año, no puedo más que dar las gracias al universo porque todo se haya dispuesto de tal forma para que yo viva la experiencia más enriquecedora de mi vida. Pero además también me gustaría dar las gracias a todas esas personas que tanto necesito y que comparten conmigo los descubrimientos cotidianos de Teresa.

Doy las gracias a David, el mejor papá del mundo, y quien está experimentando en estos momentos cómo Teresa evoluciona de la mamitis a la papitis (snif, snif, ya me temía que en algún momento podía pasar). También les doy las gracias a mis padres que juegan diariamente un papel fundamental en la educación de Teresa. Sin el abuelo Teresa no sería la niña cariñosa que es. Con él juega cada mañana y con una paciencia infinita le cuenta varios cuentos, la lleva a sus adorados columpios, la llena de besos y de historias con una ternura que me conmueve y que sé que acompañarán a Teresa para el resto de su vida. Mi madre, que gracias a ella, y siguiendo su ejemplo, intento alcanzar la mamá perfecta que me gustaría ser, y es la persona quien siempre tiene una mano tendida para todo el mundo. En sus brazos todos los problemas se borran y vuelves a ser una niña. También doy las gracias a mis hermanos que disfrutan conmigo de esta aventura y todos forman parte de esta tribu tan necesaria. Gracias también a la toda la familia de David, a quienes sin duda les gustaría poder pasar cada día con Teresa y a los amigos, quienes siempre están dispuestos a escuchar todas mis dudas sobre crianza y forman parte del comando de cariño que hemos creado con esta experiencia.

Por último, me gustaría dar las gracias a todos los que me leéis y habéis seguido mis descubrimientos y los de Teresa. A todos, todos, mil gracias por compartir este año que ya acaba y espero que podamos seguir así en 2011 y que nos contagiemos un poquito de la sorpresa con la que Teresa vive los detalles más pequeñitos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Resaca navideña

Después de los días de fiesta podría decir que estoy en plena resaca navideña. Y digo días de fiesta por decir algo ya que en realidad lo que hemos disfrutado es un fin de semana normal y corriente pero con tantos actos concentrados que todavía no me he recuperado.

La Noche Buena la pasamos en casa de mis padres, con toda la familia y por tanto con muchos primos. Teresa llegó contentísima y no dejaba de saltar cada vez que llamaban a la puerta. Yo sabía que para ella era un acontecimiento y durante todo el día ya me hablaba del abuelo y de su prima María, de la fiesta y de los villancicos. No hubo que hacer mucho esfuerzo para que los niños se sentaran a la mesa y Teresa comió muchísimo, pero sobre todo disfrutó con los bombones que había hecho su papá, tanto que tuvimos que esconderlos. Con los nervios no consiguió dormir siesta, así que yo pensaba que se dormiría prontísimo. Qué equivocada estaba, no se durmió antes de las doce y media y encima me tuve que acostar con ella. Una vez que se durmió nosotros aprovechamos para salir con mis amigos y lo pasamos genial después de tanto tiempo sin verlos. Cuando llegamos, para mi sorpresa, Teresa se había despertado y allí estaba con ella la santa abuela. No tardó nada en volverse a dormir, en cuanto me acosté, pero el problema llegó al día siguiente. Se despertó penosa, yo ya sabía que no había descansado todo lo que necesita y estuvo durante toda la mañana penosa y llorando todo el rato. Es la primera vez que la veo así. Por suerte, con una siesta se arregló todo y volvió a ser la misma niña de siempre. De nuevo tuvimos comida familiar y juegos con los primos hasta que por la tarde regresamos a casa.

Hoy lunes todavía arrastro el cansancio en el trabajo porque, todo hay que decirlo, no tengo vacaciones. Eso sí, Teresa y papá dormían placidamente cuando yo salí de casa esta mañana, qué envidia.

jueves, 23 de diciembre de 2010

La hormona de la felicidad

Uno de los cambios más importantes que he experimentado con la maternidad es el estado de ánimo. Después de las primeras semanas en las que el descontrol hormonal fue la nota predominante de mi recién estrenada maternidad, llegó lo que yo llamo la época de “feliz tensión”. Es una temporada en la que me encontraba muy contenta, en la que iba creciendo día a día el enamoramiento de mi bebé al mismo tiempo que se multiplicaba el amor por mi pareja, pero de la que recuerdo además sentirme en tensión y preocupada por que todo estuviese bien en cada momento, especialmente mi hija. Supongo que se debía al repentino y abrumador peso de la responsabilidad, que te hace mantener rígidos todos los músculos del cuerpo durante las 24 horas del día, unida a la segregación constante de hormonas que te hacen ver amor por todos los rincones del universo. Para quien no haya experimentado la maternidad sólo se me ocurre explicarle que es algo así como cuando en un momento cualquiera del día te viene a la cabeza la imagen de un buen recuerdo y de forma repentina aparece una sonrisilla en tu cara que te hace parecer simplona ante las miradas ajenas.

Durante un tiempo pensé que este estado, que a partir de ahora podría denominar “felicidad simplona” desaparecería poco a poco. Creía que era normal que cuando algo nuevo, que nos hace vibrar de emoción, va entrando poco a poco a formar parte de la rutina diaria, desaparecería esa sensación, sin embargo no ha sido así. Ya son casi dos años los que llevo con las endorfinas por las nubes. Por supuesto que tengo bajones, días malos y dificultades cotidianas. Sin embargo, la sonrisa simplona aparece en cualquier circunstancia. Es como si tu rutina diaria avanza y de repente asoma en tu cabeza una imagen y sin poder evitarlo, la imaginación va por libre, y sonríes, en el coche, en la cama, en la calle rodeada de gente, en una conversación aburrida, en mitad de una discusión, preparando un café o en cualquier otro instante y recuerdas “soy la mamá de Teresa”. Son chutes constantes de la hormona de la felicidad.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Primer pipí en el váter

Hoy ha sido el primer pipí en el váter para Teresa. Se hace mayor. Ya desde este verano era consciente de sus esfínteres, aunque lo anunciaba una vez que ya lo había hecho. Tanto para los pipís como para las cacas hay anuncio e incluso pide ir al servicio y que la sentemos en el váter, pero hasta el momento sin que le quitemos la ropa ni el pañal, simplemente como un juego de imitación, y por supuesto cuando ya nada se podía hacer. Hasta ahora esta rutina la llevaba a cabo por imitación a nosotros, tanto que en muchas ocasiones ni siquiera pide sentarse, sino que lo hace de pie, como papá.

Pero hoy la cosa ha sido distinta. Después de tomarse el biberón por la mañana me ha dicho “teno pipí” y yo, tranquilamente y distraída le he contestado: “Bueno, ahora te cambio”. Pero ella ha vuelto a insistir y la he llevado hasta el váter, en principio sin intención de quitarle el pijama y el pañal, pero vamos, que se ha puesto cabezona. La sorpresa ha llegado cuando una vez sentada he escuchado como salía el pipí y ella toda emocionada decía “como máma, como mamá” y le ha entrado risa floja.

Estoy segura de que, con la emoción que lo ha vivido, este momento se volverá a repetir continuamente a partir de ahora, aunque a todos nos suponga un poco de más esfuerzo, teniendo en cuenta la cantidad de ropa que lleva en invierno. Hasta la fecha estaba yo muy tranquila pensando que el mejor momento para dejar atrás el pañal sería el próximo verano, pero se ve que los ritmos de su desarrollo no los marcamos nosotros.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Te deseo...


Como ya casi estamos inmersos en la Navidad y en esta época es normal pedir deseos, hoy suscribo una lista entera de cosas que me gustarían para Teresa y que me tomado la licencia de copiar de Victor Hugo, quien expresó estas aspiraciones, en mi opinión, de la mejor manera posible.

Te deseo primero que ames y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, más no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero enfrente a ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, aún sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.

martes, 14 de diciembre de 2010

El menú de los cutre chefs: Sorbete de Rioja


Llevo días queriendo sumarme a la propuesta de la Teta Reina para el menú de Navidad pero no veía el momento oye, y tampoco se me ocurría nada sencillo a la par que jugoso y más aún cada vez que van pasando los días y se incrementa el número de recetas cada cual con mejor pinta. En según qué horas intento no detenerme demasiado en la lectura porque se me hace la boca agua, qué ricas todas.

Resulta que hoy se me ha ocurrido presentar una receta muy sencilla pero que en estas fiestas puede venir muy bien en el menú, sobre todo entre plato y plato. No es una receta mía, es de mi hermana, pero se la he robado para esta ocasión, jeje. Se trata de sorbete de rioja, y como su propio nombre indica es el típico sorbete digestivo para pasar de un plato a otro pero que en lugar de ser el típico de frutas es algo más original y además está buenísimo, incluso recomendable para los que no les guste demasiado el vino porque queda bastante dulce.

Ingredientes:

- Un litro de agua.

- 250 gramos de azúcar.

- Una rama de canela.

- Una naranja.

- ½ litro de rioja.

Preparación:

En un recipiente se pone el agua, la canela, el azúcar y la piel de la naranja hasta que se hace un almíbar. Remover de vez en cuando. Posteriormente se deja enfriar y se extrae la piel de la naranja y la rama de canela. Una vez frío se añade el zumo de la naranja y el rioja. Aunque he puesto medio litro de rioja se puede ir probando a medida que se añade para que quede al gusto del consumidor, ya que a algunos nos gusta más cargadito y a otros más suave. Por supuesto a mayor calidad del vino mejor es el resultado. Pues bien finalmente se pone toda la mezcla en el congelador y sacarlo un ratito antes de servir para pasar previamente por la batidora.