jueves, 25 de marzo de 2010

Del gesto a la palabra

“Mamá papa”, qué ilusión me hizo. Esta es la primara frase que Teresa construía con dos palabras y yo que no cabía en mí de gozo al descubrir que mi hija admira portentosamente a su madre quise reforzar su comunicación y pregunté, “ah, así que mamá es guapa?”. Vaya si conseguí reforzar la comunicación, tanto que Teresa al ser consciente de que no la había entendido se explicó mejor y sentenció un “no” seguido de “papá ó ta?”. Ahora sí que la entendí y más planchada que emocionada por la evolución en el uso del lenguaje de la que estaba siendo testigo le expliqué que papá estaba en la cocina, haciendo la comida. Tan tranquila como quien se ha hecho entender sin complicaciones se volvió hacia la tele y se echó en mis brazos.

lunes, 22 de marzo de 2010

La vuelta


Creo que la vuelta del viaje nos ha dejado a todos un sabor agridulce. Hemos tenido tiempo de disfrutar juntos pero la despedida fue más dura de lo que suelen ser habituales. Por primera vez Teresa expresó lo que seguramente siempre ha sentido en las despedidas y reclamaba a su padre al otro lado de la ventana señalándole un asiento junto al nuestro. Lloró con pena y la escena me pareció propia de una película. Quizá influenciada por el escenario de una estación repleta de gente despidiéndose y contagiada por Teresa, también lloré yo. La gente nos miraba con tristeza imaginando quizás una separación duradera y mientras me fijaba en distintas caras convenciéndome de que estaba dramatizando demasiado la despedida me encontré con la figura de David intentando disimular un llanto que ya no podía contener. El autobús arrancó y las lágrimas seguían recorriendo toda mi cara pero por fortuna Teresa ya estaba distraída en otras cosas. La eché junto a mi pecho y en pocos minutos se durmió. Ahora de nuevo contamos los días para el fin de semana esperando que para entonces Teresa se haya recuperado del resfriado que nos ha acompañado desde el sábado por la tarde, cuando casualmente también comenzó la lluvia. Al menos el viernes y la mañana del sábado lo pasamos genial.



martes, 16 de marzo de 2010

Un nuevo viaje

Organizar un viaje con un bebé es de lo más complicado. Por mucho que anotes cada una de las cosas imprescindibles siempre se acaba olvidando algo. Nuestra pequeña familia está más que acostumbrada a los traslados y en cada domicilio tenemos todo lo necesario para Teresa, es decir, sus cosas por partida doble. Sin embargo, en esta ocasión serán cuatro días en la ciudad donde trabaja papá, a la que no vamos desde que disfruté de mi baja maternal. Así que hay que prepararlo todo minuciosamente para que no se olvide nada además de intentar ser algo organizada para no ir cargada como una burra.

El viaje lo haremos en autobús porque no me atrevo a ir sola con Teresa en el coche al ser el desplazamiento más largo del que ella está acostumbrada y temo que se ponga nerviosa o quién sabe qué cien mil cosas pueden pasar. Así que otra prueba será el bus.
A pesar de todo ya tengo ganas de disfrutar de esos días y sobre todo su papá que está deseando de llevar a Teresa al trabajo para presumir de niña.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Divagando


Hoy hablaba con una amiga sobre lo complicadas que hacemos las relaciones a medida que nos hacemos adultos. Quizá por la experiencia que hemos ido acumulando, las frustraciones y los desengaños que guardamos en esa mochila a nuestras espaladas se nos hace más complicado confiar. A menudo nos cuesta darnos por completo y sin miedo a poder salir heridos.
Es como si quisiéramos siempre guardar un as en la manga para no perder la partida. A pesar de que nadar y guardar la ropa te puede prevenir, sin duda, de algún disgusto, es cierto que se pierde mucha vida al estar siempre tan preocupados.
Cuántas sensaciones hemos perdido con esa inquietud por no tener que curar una herida y cuántas carreras hemos dejado de hacer por miedo a caernos.
Pero, ¿hay algún modo de deshacernos de esa carga acumulada? La verdad es que no lo sé. Pero lo que si tengo claro es que gracias a mi hija yo intento ir soltando lastre porque no hay nada más perfecto que la inocencia con la que ella establece sus relaciones y confía en los demás.

Mi amiga cree que esto no sólo está relacionado con la edad sino que también influye el carácter de la persona. Si es así, yo espero contribuir, en la parte que me toca, para que Teresa, en su forma de ser, no tenga siempre puesta la armadura y que pueda ver el mundo durante muchos años con esos ojazos inocentes.

Mucha suerte, Sara.